martes, 31 de mayo de 2011

Desilusión.

Nunca te quise y en eso, tenés un punto
Pero tuve antojo de vos, tuve mañas de vos

Nunca te quise y ahora ¿ahora qué más da?
Ya no te querré, al menos no como quise haberte querido
Como si fueras puro, como si fueras alguien, como si fueras hombre, como si fueras carne.

Quise que fuera una vez más y corrí por la ciudad
Corrí detrás de tu nombre, de tus ojos de perogrullo
Me dueles como su fueras puñal, como si fueras hambre, como si fueras guerra

Pero lo cierto es que nunca te quise
Y como pude haberte querido, es imposible que alguna vez te quiera
Tu adicción aniquiló hoy una posible maravilla de micro - momento.

Y no te quise, no te quise jamás, no te quise nunca. No te quise. Al menos despierta.

Mancha

Caso resuelto.
No hubo amor, nunca hay amor al final de este túnel.
Una cerveza tibia y puchos.

Sonrisas, cubos, triángulos, círculos.
Formas que no trasmiten nada.
Muerte cerebral, apocalipsis y arritmia.

Quiso creer en él como quiso creer en dios.
Ya no creía en dios. Ni en él. Ni en nada.
¿Cuántas emociones caben en un las páginas de un libro?

Flash y neón: el centro encandila
Los que aun viven se refugian en una burbuja de responsabilidades
Los libres han muerto mirándose a un espejo.

Dentro de una caja, todas las posibilidades
El multiple choice fácil, el descarte del porvenir
Los niños sueñan con juguetes simples otra vez.

El allá y el acá están lejos en esta línea
El ocio propio y el ajeno se confunden en una misma red social
Y nadie es nadie: sólo una foto de perfil minuciosamente seleccionada.

Mi teoría de las cucarachas y las ratas recobra sentido
Y lloro por los demás, por las gentes, por el hoy
El ayer y la melancolía; la vida es una mancha de humedad.

Tristeza

Decidió llorar y se encerró en sí misma, como tantas otras veces. Ella nunca llora, ella siempre ríe, ella siempre está ahí por el mundo, y en el mundo sus fiestas y el licor. Siempre. Siempre la noche y la luna; las estrellas: en ella.

Quiso gritar y ya no tenía voz ni había en su tierra oídos para escucharla.

Quiso memoria para recordar sus sueños de libertad.

El mundo alguna vez le había pertenecido; o así lo creyó en determinado momento: las olas del mar, los árboles, las rocas y las calles. Todo de ella, para ella y por ella. Porque desde ella, desde su ombligo, el universo había sido y en su vientre se habían gestado el tiempo y el espacio.

Cerró los ojos. Cayó la primera lágrima,  precioso líquido que contenía nombres, hombres, lugares y situaciones de infamia.

Selló sus labios luego; no sin antes soltar el último suspiro que el desamor le arrancaría: la nada, la misma nada de todos sus poemas que nadie entendía. Porque nunca nadie la supo leer. Nunca nadie; nunca nadie.

Abrió las palmas de sus manos y señaló con los dedos la dirección desde la que venía el mal, la negatividad, la crueldad, el vacío y la muerte.

Quiso volver en el tiempo; o atravesarlo; o cruzarlo; o saltarlo; o matarlo. Quiso todo menos un hoy.

Quiso ser quien siempre ha pretendido ser: ese disfraz que los ingenuos compran y que los visionarios no logran descifrar.

Se enterró en el fango; sólo con su voluntad le fue suficiente. Ningún movimiento fue necesario: sólo el deseo. Ese deseo que tantas veces pudo haber acabado con ella, finalmente lograba su cometido.

Moría: moría lentamente. Moría tristemente. Moría porque sí, porque era mortal y morir es algo que sucede a los de esa condición. Moría, hay que decirlo, solemnemente. Elegantemente.

Vio muchos rostros allí dentro: rostros que reían, felices: ¡por fin moría!

Moría la libertina; y por un instante creyó en otras vidas, en otras oportunidades, en el más allá.

Moría ella: la libertina. Y por unos segundos, quiso creer en dios.

jueves, 26 de mayo de 2011

De Fukuyama

Salen del pecho palabras rabiosas
un alma irascible sucumbe la casa, y prende la estufa
"más leña al fuego, más leña al fuego"
Un alma sin alma y tripas sin cuerpo.

Caen del cielo destellos de nada
encandilando tierras de gentes sin ojos
"mucho ruido, mucho ruido"
llora la vida por la muerte perdida.

Canta verdades un mitómano herido
deseos en mano, geniecillo de botella
era una era sin héroes ni historias
Y un trovador canta a la mierda y a las cucarachas.

Hoy las piezas del puzzle no concuerdan
Somos muy gente y no somos personas
Los corazones no laten ni aman
Se ha muerto el tiempo y no existe dios
¡la espina del mundo se clava en el hoy!

miércoles, 25 de mayo de 2011

Idea de tono

Idea de tono la que cuelga de tus sesos
Idea de rojo, verde, amarillo y negro
Tono de serte y de vivirte, de inmiscuirme en tu centro

Idea de tono la que habla por sí misma
y calla y  grita y baila
Idea de tenerte y de que te vayas
Tono de símbolo y de cuerpo: de piel.

Idea de tono la que te trae por mi cama
Idea de goce, de miel, de movimiento incesante
Tono agitado, orgásmico y placentero.

Idea de tono tu vida y tu pasaporte
Tu pasaje por el mundo
Tu estadía en mi lecho, tu leña en mi hoguera
Tono de sábanas por estrenar
Tono de voz, de tambor, de guitarra.

Idea de tono tus playas, tus mares abiertos
tus ojos, tu alma, tus adiós
Tono de sábado a la noche y borracheras
Noches que no han sido, días que son.

Idea de tono que te quiero conmigo
Conmigo acá y dentro, muy dentro
Y quiero que pase, lo grito, lo anuncio
Quiero que pase, te invito ¿aceptás?



Muy especialmente para Melissa, cuyo error de tipeo - a saber: ida / idea - me inspiró.

Afuera

Acá afuera, acá lejos, fuera de vos
hay colores y trampolines
Acá afuera, en la tierra
hay pies, hay manos y extremidades
las puntas buscan otras puntas
y las bocas se mezclan, sangran y son felices.

Acá afuera, de este lado
hay muñecos y dulces
hay llaves y hay puentes
hay duendes al final del arco iris

Acá afuera, en mi isla
hay palomas y gaviotas y abejas y gorriones
hay todo lo que vuela
y todo lo que lo que brilla
hay luna, sol y estrellas

Acá afuera, en mis manos
hay libros y hay palabras
hay sentidos y  conocimiento
hay despertares y conciencia.

Acá afuera, a varias estaciones de vos
hay música e instrumentos
hay abanicos y números.

Acá afuera, a la distancia
Lejos de vos y de aquello que te nombre
de mares que te traigan
hay ideas.

sábado, 21 de mayo de 2011

É cedo...

Ainda é cedo 
para voce é para mim


Ainda é cedo
para nossa aventura
para nossa emoção 
para nossa  ilusão de liberdade


Ainda é cedo
para mim na tua cama
pode me amarrar
ainda é cedo para sorrir


Seus olhos são a minha esperança
não quero morrer em dúvida
liga para mim
e fala para mim
que ainda é cedo


Preciso me entregar e te sentir
preciso de tua pele


Ainda é cedo, cara
para um pedacinho de ceu

Avioncitos de papel

Volaron avioncitos de papel, salieron de tu boca
En forma de palabras de perdón, de nuevo día
Y en cada avioncito de papel iba un nombre de mujer
De todas las mujeres que estuvieron antes y estarán después
Iban todas juntas, iban y venían, desde vos y hacia mí.

Juraste no volverlo a hacer pero ya no importa
Juraste tantas, tantas cosas, avioncitos de papel
Juraste que te irías y estás acá, haciéndome llorar, haciéndome reir
Juraste que avioncitos de papel vendrían por nosotros
Y aunque nunca te creía siempre te quise creer

Pero vos ya no lo ves, no lo sabés, todo termina
después de tantas veces terminar, aun lo ignoras
Todo muere algún día, todo acaba, todo ya era
Recordarás los avioncitos de papel (que fueron)


Pris (basta ya y gracias)

viernes, 20 de mayo de 2011

Veranografía personal

"La vida te da, y te quita, te quita, te quita" - una amiga le decía a la otra, cuando terminaba aquella jornada inusual en Punta del Diablo.

Y yo me pregunto ¿la vida te quita? No me parece. Yo creo que la vida da todo el tiempo, y uno elige, elige, elige. Estas chicas decidieron volver. Yo me hubiese quedado en el mencionado balneario. O no. No sé, no me gustan las situaciones hipotéticas.
A decir verdad, yo escribo, por lo tanto mi máximo placer se basa en crear situaciones hipotéticas. En fin...

***

Hoy estoy acá, en la realidad x.  Y con z, y, r, s y t como universos paralelos (siempre hay que tener uno debajo de la manga, la cosa puede ponerse muy aburrida, monótona y rutinaria de a momentos) Pero érase una vez un verano en que nos matábamos haciendo anagramas, nos escurríamos los sesos encontrando palabras dentro de palabras. Las palabras son conceptos, un concepto dentro de otro concepto. (Y ésto es un concepto muy interesante si  reparás en él)

Ese verano pinté mucho. Dormía en acuarelas y mataba lienzos en blanco. Comprendí que amor no es sinónimo de exclusividad y que una persona íntegra puede amar al mundo sincera y profundamente. También descubrí que hay muy poca gente íntegra.

La Pedrera. Cabo ¿Paramos en La Paloma? ¿Para qué? Punta Rubia. Valizas. Uruguay total. Uruguay "nomá".  Medianoche y lunas naranjas trazadas con compás flotando sobre el mar; fuego, tambores, extraños ¡vida! Playa del Barco ¿no? ¿Para qué, si no sabés surfear?

Fue un verano de a dos, un verano con la gaia. Agasajábamos a extranjeros con una parrillada, y yo preparaba berenjenas saborizadas al fuego. Dormíamos afuera, adentro, sobre la hierba y bajo las estrellas. No dormíamos.  Todos descalzos, como un fetiche de Tarantino en su máxima expresión.

***

Tarantino y Kusturica. Y Burton. Y Alex de la Iglesia. Terminaba el verano cuando  hice canje con unos ojos azules que me hablaban de LaChapelle.  Nos volvimos locos. Tanto zoom y tanto flash externo me perdió en el tri - luces del paraguas. Imposible estar inmóvil. Se fue otra botella de vino, pero la foto nunca terminó de gustarme.

***

Nos encontramos de vez en cuando a tomar una, y a veces, nos morimos en la promesa del reencuentro. Los hongos de fondo nos quedaban bien. Se perdieron las figuras en los colores.

***

La Leonetti llegó de Baires y reventamos la tarde en Plaza Independencia. ¿Viste que hay dos arco iris?  ¿Cómo sería el plural de arco iris? ¿"Arcos iris" quedaría bien?  Más tambores, mate y rambla.  Cámara en mano, siempre.
Se fue y no la he vuelto a ver.

***

Aquel verano me escapé yo. Dejé todo y me fui a Arenas Verdes, al otro lado del charco, porque otros ojos de mar así lo merecían. Los tragos, los excesos, el mar agitado en un día de tormenta; el sol, la insolación, la feria hipilla tan clichè de todos los balnearios. Tantas historias, tantos veranos, tan poco tiempo para contarte de mí.

***

Nos hicimos los europeos y nos íbamos en tren a todos lados, nos parecía muy piola aquello del tren. Nosotros, sudacas muy subdesarrollados, nos maravillamos con esos espejos de colores que chocaban entre sí componiendo melodías extrañas.
Desde entonces, nunca más viajé en tren.

***

Estaba rubia o pelirroja; pero no estaba castaña. Tomamos mate abajo de un muelle. Hicimos refuerzos con mortadela y era la gloria. La tabla de surf ofició de mesa y la guitarra casi se hizo fogata. Clásico: las havaianas son arcos y Rodrigo casi me parte la nariz mientras intentaba marcarlo: un cinco vs. cinco que quedó para la historia. Y entre gol y gol vimos el amanecer.

***

Me había tatuado a escondidas de mis padres, estando yo en Buenos Aires. Aún era menor de edad. Una mariposa en el omóplato izquierdo.
Fue por esa época que decidí dejarme las rastas. Me hice un piercing en la nariz y no tuve suerte: hasta el día de hoy se me nota la cicatriz que me causó la infección.
Pero ese verano curtimos Punta del Este: Leti, Isa, Vero, Tincho, Xabi, el Leo y yo. ¡Qué ojazos verdes tenía  el Leo!
Tincho preparó la mejor tortilla española - posta, posta- de la Historia y después de la cena, nos jugamos los últimos 500 mangos en el Casino. Salimos victoriosos y compramos cerveza, Martini y Vodka para el resto de la semana.
Ahora, un clásico de los boliches del puerto puntaesteño (si usted tiene más de veinticinco pirulos y ha estado en Punta, sabe de qué le hablaré): ir de Viejo Jack a Moby Dick saltando del balcón de uno al balcón de otro.  Isa y yo dábamos cátedra, de puras y tremendas ratas.
Dato (no tan) curioso: tampoco tuve éxito con las rastas. No soporté la parafina, ni el olor a quemado, ni el no bañarme.  Pero el tiempo ha pasado; supongo que hoy en día  debe haber una técnica más eficaz (e higiénica) de tener rastas.
Se me piantó el lagrimón: de los amigos que nombré, sólo uno aún vive en Uruguay. Los demás emigraron. Pero Leo se quedó, y se quedó en Punta del Este. Y eso me hace feliz.


***

Era neo - hippie. Tenía el pelo muy lacio y por los codos. Ese fue el verano roller en la rambla de Punta del Este. Usaba un  gorro de jean con un enorme girasol en la frente y mis ropas eran un Kandinsky.  Isa y yo nos poníamos los rollers con todos los chiches complementarios (léase: muñequeras, coderas, rodilleras)  y de ahí a la rambla. De la rambla al puerto. Del puerto a la gloria.
Un atardecer anaranjado conocí a un brasileño cuyo nombre aun recuerdo. Nos sentamos en la arena y homenajeamos a Caetano Veloso en un guitarrazo.
Ese verano descubrí que las miradas tienen tanta fuerza como la gravedad.

***

Hay muchos más veranos, muchas más lunas y muchos más soles. ¡El tano Guido y yo practicando tiro al blanco en José Ignacio! Guido me enseñó la diferencia entre pistola y revolver (básicamente, la primera tiene un cargador de  por lo menos seis proyectiles y el segundo se recarga de tiro en tiro... si no mal recuerdo)
Guido era pintor y escultor. Siempre me ha fascinado el hombre arte, el hombre idea, el hombre que crea.  Pero no me enamoro del hombre, sino del arte, de la idea, de la creación. Ese es el problema.
Para no olvidar: el holandés Van Bikker. Fue en un McDonald's de Punta del Este. Él me enseñó lo que significaba el término "wanker" (hasta entonces mis insultos en Inglés eran muy limitados)
Qué guapo era, qué guapos fueron todos.

Este verano voy por el Sol. Hacia el Sol, hacia el puto Sol (y el remate sólo lo entenderán eruditos)

jueves, 19 de mayo de 2011

Hombre Idea

Vos comenzaste a existir cuando te miré a los ojos: mitad ser físico, mitad idea. 

Ese día se humedeció el interior de cada piedra y los sapos bailaron flamenco. 

Tus pies se mezclaron con arena. El Sol te encandiló. Siempre vos, sereno, agitado y vivo: idea.

Sos y no sos: todo a destiempos, a contramano, todo a medias.

Desde las rocas; sos la libertad, el aire fresco y la pureza. 
Desde lejos, desde mi caleidoscopio erótico - amoroso, inerte. Sos cuerpo. Cuerpo bronceado, ojos de luz, hierba y estrellas: sos deseo. 

Aquí en la playa, hoy ya no sos lo que eras.

Te creía espíritu: sos materia. Te creía viento: vos sos tierra. Te creía espontáneo: sos rutina. Yo siempre te vi correr en la costa, mientras vos te arrastras en tu celda. 

Y aunque suene melancólico, hombre idea, hoy me alegra saber que sos nada, que sólo has sido lo que yo quería que seas. 

martes, 17 de mayo de 2011

Momentum


Soy yo peligrosamente…
Y él, al existir, irrumpe, provoca y arranca todo
Hombre de la nada absoluta, del vacío
Hombre de los puntos cardinales
Con sabor a café y aroma a hierba exótica
Se oculta en sí mismo, mecánica y robóticamente; programado para conquistar y abandonar


Yo no tuve ni tengo miedo, él me lleva aun sitio distinto en el que desearía quedarme.
Tiene los ojos del mar donde nací y su mirada es triste (como su futuro)
Él es, vive y respira mientras se duerme en mi deseo.
Podríamos saltearnos el protocolo; despojarnos de ropas sin juego de seducción
Yo estoy abierta para vos: abiertas mis arterias y mis piernas
Abierta en tu dirección: Hombre que juega a ser lo que nunca fue con la reputación adjudicada

Soy yo peligrosamente,
Y él sin ser nada  real aun (un completo poseur)
Hace que sea maravilloso y memorable lo que (todavía) no ha sido.

(¡Te estás muriendo y tu estertor me es tan sensual!)

Hombre del Otro Lado

Ya conozco cada cosa que puedas decir
Cada palabra y cada frase
Y tu centro, y tu esencia, y tu tono de voz
Los conozco también
Te imaginé tantas veces, te he imaginado así
Hombre del otro lado

Te escuché tantas veces, te he tenido aquí
Tus excusas están escritas en mis paredes
Y a pesar de que me resultas predecible
Sos la más amena sorpresa que el otoño me dio
Ni vos tan malo, ni yo tan niña: hombre del otro lado

Y no es descabellado concluir que estamos sincronizados
Comenzaste a cantar después de que te soñé
Así de perfecto, hombre mío y de todas las mujeres
Hombre de la causalidad, despertar de otro letargo
Hombre del otro lado

Aquí me tenés, descalza y en colores, mis ojos puestos en vos
Sin promesas ni contratos a largo plazo, sin mensajes subliminales
Sin nada que impida lo que sea que ya está siendo
Hombre de hombres, te elijo, entre todos mis hombres
Vos sos el hombre del otro lado

Sé cómo gimes cuando haces el amor y cómo tus labios se deslizan por los cuerpos
Por los tantos cuerpos que te rodean, ninguno es verdadero para vos
(hace tiempo que nada lo es y estás simulando en tu pequeña maqueta)
Sé tanto de vos que hasta podría afirmar que no somos muy distintos
Yo mujer de acá y vos hombre del otro lado

sábado, 14 de mayo de 2011

Zumbido Ancestral

Distinto hubiese sido si hubiésemos tenido más contacto visual.

En aquellos tiempos todo era diferente, el aire no era tan espeso y las criaturas no tenían malicia dentro.
Yo era diminuta y tenía alas naranjas; era fuerte, ágil y casi invisible.

Los pequeños volaban por doquier y libremente: no había porqué preocuparse. Su cita era a la temprana tarde frente al hogar del par de ancianitos que premiaba con dulces a quienes les contase cuentos.

Frente a su morada, se jactaba erecta una enorme construcción de orígenes desconocidos; uno de los pasatiempos de los lugareños era precisamente especular sobre la misma, aquella torre gigantesca inhabitada que parecía indicios de conquista frustrada.

Fue por aquel entonces que comenzaron a volar también las mariposas y las abejas, ahora que el cielo era propiedad de todos. Eso nos molestó en un principio, pero luego nos acostumbramos a otros seres y especies, el firmamento podía ser compartido. ¿Dónde  se ha visto, después de todo, que haya peleas por cielos, tierras o mares? Absurdo.

Me vino a ver un hada cierta tarde. Noté su preocupación en el crepitar de sus alas -bajo circunstancias normales, las alas no producen ningún tipo de sonido. Me lo dijo todo y ahora compartía su amargura y consternación. Fuimos donde los centauros y se lo contamos a ellos también. Asimismo advertimos a las sirenas y a los pegasos. Toda criatura fue informada.

Aparecieron entonces los hombres. Sabíamos de ellos, estaban ya por casi toda la Tierra, ¿pero en la nuestra? No tenía nada que fuese atractivo para ellos, ni siquiera había espacio para sus casas, era todo bosque y ríos... ya los imaginábamos construyendo sobre algún roble frondoso.

No temíamos a los humanos. Había numerosas fábulas acerca de ellos. Se decía que eran fuertes, que creían en dioses y los alababan con amor y recelo. De hecho sentíamos cierta curiosidad sana: por primera vez compartiríamos espacio físico con la muerte. Nada moría en el principio. Nada excepto los humanos.

Nosotros –la fauna y la flora- envejecíamos como señal de sabiduría, no por cercanía a la muerte. La vejez era directamente proporcional a la sapiencia y en algunos privilegiados casos, a la omnisciencia.

Recuerdo el primero que llegó. Zumbé en su oído, miró hacia todos lados, extrañado, pero no me vio. Sus grandes ojos eran del mismo color de nuestro cielo y sus cabellos eran oscuros como las semillas de las manzanas. Zumbé y zumbé en su oído toda la tarde. Por momentos sonreía y a veces se asustaba. Yo me divertía y al final de la tarde me tumbé sobre un pétalo. Mi cuerpo entero se estremeció y mi corazón vibró como nunca lo había hecho.

Fueron llegando los otros, y con ellos, nuestros problemas. Algunas de nuestras preguntas, lamentablemente, nos fueron contestadas. Los árboles fueron cortados y con su madera construían sus casas. Pena nos dio sobre todo cuando cortaron el árbol de las libélulas... y aquella megaconstrucción era el lugar donde se reunían a adorar a su dios una vez cada seis días. No entendíamos porqué si adoraban a dios lo hacían en un lugar determinado y sólo un día en particular. Creíamos que de haber dioses, era bueno adorarlos siempre y en todas partes. De todas formas, esa cuestión no nos preocupó demasiado.

Los humanos habían inventado un sistema para organizarse y para calcular, de alguna manera, su proximidad a la muerte. Era así: a un conjunto de siete días, se lo llamaba semana. En un día, agrupaban veinticuatro horas. Un mes se constituía de cuatro grupos de siete días aproximadamente y los meses, a su vez, cuando eran doce, formaban un año.  Y eso era el tiempo. Más o menos. Cuando pasaba determinada cantidad de años, era común que los hombres se muriesen.
También morían por otras causas. Sus organismos eran débiles y usualmente padecían de dolencias.

Por mi parte, me ocupé bastante de continuar zumbando en el oído del humano al que el resto llamaba  Juan. Quise tanto que uno de sus hombros fuese mi morada, mi hogar...  A nadie se lo dije, pero por momentos anhelé con todas mis fuerzas ser humana, para que pudiese verme y tocarme.

Para la mayoría de los hombres, éramos invisibles. No nos querían ver, supongo. Existíamos para ellos, pero en calidad de insectos.
Sin embargo, no todo era tan malo. Para los niños humanos sí estábamos ahí, querían vernos y creían en nosotros como los adultos creían en su dios. A escondidas de sus padres, nos llevaban frutos y dulces que jamás habíamos probado, ni siquiera visto. Aquel que derivaba del cacao era el más delicioso.

Los más grandes de nosotros huyeron a lo más alto del bosque, las sirenas fueron extremadamente cautelosas y los pegasos no se atrevieron a volar nuevamente. Es que comprendimos casi instantáneamente que los humanos tienen un tremendo temor, pavor, fobia, pánico a lo desconocido  y nadie actúa en sus cabales cuando tiene miedo: es un sentimiento muy poco confiable.

Juan no era anciano, pero tampoco niño, por lo tanto no me llevó jamás frutos ni trozos de exquisito chocolate. Por esa misma razón creo yo que tampoco me veía, sólo me escuchaba cuando lo seguía al bosque –donde se sentaba sobre las rocas del acantilado a escribir, justo al lado del río- y zumbaba para él.
Yo podía leer sus papeles... Escribía de amor, de pasión y de locura. Y entonces me preguntaba si estaba enamorado. ¿Estaría tan enamorado Juan de alguien como yo de él? ¿Era su amor correspondido?  Escurría mis sesos tratando de contestar mis interrogantes, pero nunca lo vi con ninguna de las jóvenes del incipiente pueblo humano. Y eso me consolaba muchísimo a pesar de saber que no tenía chances con él.

Gracias especialmente a los niños, jamás odiamos a los humanos. Ellos nos escuchaban, contaban y enseñaban cosas, nos leían sus libros que contenían  textos de las ciencias del hombre.

Úrsula era extrovertida y muy inteligente. El día que nos hicimos amigas me convidó con pastel de chocolate: otra variante más de aquel manjar. Acababa de cumplir siete años y su madre le había preparado ese enorme pastel.

Después de meditarlo mucho tiempo, decidí contarle a Úrsula mi secreto. Mis sentimientos hacia Juan eran tan ridículos que los míos se reirían de mí.
Me explicó que Juan era el hijo de un señor muy importante para el pueblo, que tenía veinticinco años y que era artista. “Escribe, pinta y hace esculturas”- me dijo. Úrsula me hizo saber lo que yo intentaba descifrar pero negaba: Juan sí estaba enamorado, de una joven que vivía en otro pueblo. A ella dedicaba sus poemas, sus pinturas y esculturas; a Ana, según expresó mi confidente.
Compartíamos con Juan, sin embargo, el dolor de no poder vivir el amor como merece ser vivido. Los padres de Ana no querían que su hija se casase con un artista, y le prohibieron verlo.

Continué siguiendo a Juan al acantilado, pero ya sin zumbar. En silencio absoluto me sentaba en su hombro y reparaba en su respiración, en su aliento, en la suavidad de sus cabellos.
Úrsula me contó cómo su padre insistía en que olvidase a Ana y conociese a alguien más. Yo entendía su negación, su impotencia, su imposibilidad de olvidar a quien tanto amaba.

Dejé entonces de hablar a Juan, de zumbar para Juan y de seguirlo al acantilado. No volví a espiar sus poesías ni sus retratos ni sus esculturas. Pretendí que no existía y huí yo también con los centauros y pegasos. No volví  a ver comer chocolate, ni a escuchar los libros que los niños leían y no frecuenté más a Úrsula.

En el bosque me hospedé con unas ardillas que me enseñaron a diferenciar las nueces buenas de las malas, y, aunque puedo volar, me indicaron que era imperioso aprender a trepar árboles rápida y efectivamente.

Por las tardes, le contaba a todas las criaturas sobre las ciencias del hombre; y todos se fascinaban tanto como yo.

Una mañana me topé con una joven cubierta en barro que lloraba bajo un duraznero. Al acercarme, vi que era Ana y supe que sus lágrimas eran por Juan, mi Juan.
Tuve que ser sensata y trascender a mis emociones, ignorándolas por completo: debía avisarle a Juan cuán cerca estaba Ana del pueblo para que así pudiesen verse. La joven probablemente estaba perdida.

Volé hasta el pueblo tan velozmente que llegué exhausta. No tardé en encontrar a Juan, estaba donde siempre: en el acantilado. Efectivamente allí se encontraba, pero no cómo lo recordaba. No tenía papeles ni lienzos y hablaba sólo, sollozando y caminando de un lado hacia otro. Gemía  claramente “¿por qué te casas, amor? Sé que no lo amas. No lo amas. ¡¡No lo amas!!” Me le acerqué y grité “Ana está cerca, escapó, vino por ti, sígueme”. Su llanto era cada vez más desesperado y fuerte, no podía oír mis palabras. Volé alrededor de su cabeza exclamando  lo mismo mientras él se movía bruscamente repitiendo “no lo amas, no lo amas”. 

Juan se arrodilló y lloró por largo rato, mientras yo reiteraba mis palabras sin éxito.
Violentamente se puso de pie “¿qué es este zumbido? ¡Me vuelve loco! ¿qué es lo que tanto zumba?” Juan corrió y abruptamente se lanzó al río.
Fui testigo de todo: de cómo sonó su cuerpo al  río, de cuánto le costó respirar y cómo finalmente se hundió y ahogó. Vi su cadáver flotar.

Ese fue mi primer contacto con la muerte, y yo la causé. Quizás si no hubiese zumbado tanto él seguiría aquí y tal vez... tal vez se hubiese encontrado con Ana.

Desearía ser mortal yo también y ahogar mis culpas en el río, tal como se ahogó Juan por mi aleteo molesto.

Jamás volví a saber del resto de las criaturas. Quiero imaginarme que están bien y siguen recibiendo frutos y chocolate de manos de los niños.

Aquí en mi burbuja vivo en la obnubilación total que causan los recuerdos tristes y la culpa. Ya no tengo inocencia dentro mío: ahora siento la malicia apoderándose también de mí.

Y fue esa la época en que el aire comenzó a volverse cada día más espeso y hoy, para mí,  hasta los hombres parecen buenos.

Sex with you

I wake up and I see myself having sex with you
I have a bath and I have breakfast
I read the news and I go to work
and in the bus... well, that's right, all I can think of is in having sex with you
Just by looking at you I see your member is hard, perfect and pure
So well - sized, bubbles, bubbles
Spiced or sweet your product, bubbles, stereo
I see myself having sex with you
It'd be so awesome, I'm almost there, I see it
Yes, I see myself... having sex with you.

Oh, wouldn't you?
Oh, why don't you?

We'd have a great time if we had time to have sex...

Yes, as you see... I see myself having sex with you

Salieri de Guinovart.

Cuando era niña, mi pasatiempo era idear cosas. Se las contaba a mi papá, quien, aguja en mano,  me decía que  eso ya había sido inventado.

Desde entonces, mi paranoia es que me roben las ideas. Muy de vez en cuando le cuento a alguien una idea, pues, no importa cuán amigo sea mi interlocutor, yo siento que potencialmente me puede plagiar. Admito también que le tengo particular miedo a la gente inteligente o creativa o imaginativa. Ellos siempre serán los primeros en afanarte una idea.

"Idea" es mi segunda palabra favorita en el mundo. La primera es "yo".

El tiempo pasó y ya se sabe: verano en Rocha, el crepitar de las hojas en el suelo, la alergia de los setiembres y la ropa superpuesta. La moda que pasa y el "no pasa nada".  Mientras tanto, tuve muchas ideas. Las escribí.


Fue la peor de las mejores ideas. Traer una idea a palabras es ... diferente a cualquier proceso que relacione y plasme lo mental en lo tangible.

Una idea se ve. Ya está, es un paquete con moño y dedicatoria. Y transferir eso a terceros es un trayecto complejo.

Los demás (los chorros de ideas o los pobres de mente) pueden pensar lo que quieran pero lo cierto es que yo sé lo que quise decir cuando lo dije.

Punto

Me gustás y punto
Ries, gritas, amas, sos, existes y punto
Tocas, vibras, sos y existes, tenés miedo a la gloria y al fracaso de la nada que es tu esencia, y punto
Punto y punto hacen línea, las líneas son tu agonía
¿Quién tuviese esa fortuna de delirar a tu lado, cuando estás donde ya estuve tantas veces?
Y te hago creer que sos el primero, el único y punto
Rey, mendigo, faso y sandwich, un chajá, una grappa y punto
No das más que eso, no das para más
Con cada paso, te derrites y sos uno con la ciudad
El neón te tironea
Te estresa y te invita a caminar por cementos y por puntos
Tal vez ya no seas mañana, te morís un poco siempre
Y yo veo en tu entierro cómo sos sólo un punto
Una migaja de mi historia, parte de mi anecdotario
Sos la nada que alimenta, sos el todo de la oferta
El sentido del regalo
La mirada de los ciegos
Sos eso que tantas veces se ha creado, sos un Golem, un Pigmalión
Una estrella en la escoria
Sos la velocidad... y punto
Y de todo lo que sos, y de eso que sabés
Desde esos puntos que te unen desde un cercano "más allá"
No sabés ningún secreto, no tenés ningún testigo
Y esta noche, te admito, que al estar fácil en sensaciones y fluida en confesiones
Que te quiero, puntos suspensivos
pero quizá, algún día, si la suerte así lo quiere... te quiero punto final.

Ese tipo de mina...

Soy ese tipo de mina que leía a Henry Miller cuando la más linda de la clase empezó a menstruar.

Soy ese tipo de mina que, de estar conmigo, tu mujer no podría casi que considerarlo engaño. Lo entendería y justificaría.

Soy ese tipo de mina a la que nunca le gustaron los flacos con traje y corbata porque creo firmemente que las corbatas son un nudo en la garganta.

Soy ese tipo de mina que cuando presentó a un "novio" en su casa por vez primera, su padre se enojó con ella... porque el tipo -rasta, pelilargo - casi le gana una partida de ajedrez. Y mi viejo me dijo (ésto es en serio): "si el pendejo me ganaba, comprenderás que no podés seguir viéndolo".

Soy ese tipo de mina que habla y canta sola. Hay gente que se ríe de mi condición.

Soy ese tipo de mina que conjuga en todos los tiempos muchos verbos, y adjetivizo en demasía. A mí la profusión conceptual ME VA.

Soy ese tipo de mina que divaga antes de llegar al quid de la cuestión, y sólo porque sí, porque me parece que a veces está buena la acción como cuerpo abstracto e ingrávido.

Soy ese tipo de mina que tiene tres tipos de rímel a mano todo el tiempo, y me quedan grumos entre pestaña y pestaña; dándome un efecto de peso extra en la mirada que, ahora que medito sobre ello, es un plus para mis tácticas obsesivo - compulsivas.

Soy ese tipo de mina que a los diez minutos de conocerte es más probable que te diga "¿sale una birra?" a "¿cómo era tu nombre, pibe?"

Soy ese tipo de mina que se refiere a tu persona como "mi amor", "corazón", "divino" principalmente por una razón: es altamente probable que no recuerde cómo te llamás.

Soy ese tipo de mina que no quiere tener idea cabal de por qué pasan cosas que no le interesan, o  si en vez de suceder, no sucedieran. Es decir, las situaciones hipotéticas me resultan exhaustivas.  Escribo: ¡vivo imaginándome universos paralelos en los que lo que no es, es , lo que es, no es y lo que  es, es! (¿te diste cuenta de lo último?) Ergo, no necesito más hipótesis.

Soy ese tipo de mina que sabe que el hidrógeno es exactamente 14 veces más liviano que el oxígeno; siendo el primero es el elemento más común en el Universo y todo lo que habita en él (planetas, humanos) tienen mucho hidrógeno. Léase: estamos literalmente hechos de estrellas... ¿me seguís? Eso me parece un concepto fascinante.

Soy ese tipo de mina que logra ser el centro de atención sin proponérselo, lo cual es raro, ya que siempre me lo propongo.

Soy ese tipo de mina que vos no te imaginás, porque mientras te hacés un estereotipo con toda la mierda que te lanzo, lo único corroborable es que NO SOY COMO VOS CREÉS.

viernes, 13 de mayo de 2011

Carta.

Pucha... probé tu piel y quiero más, mucho más.

Busco una coartada para que no seas lo que yo quiero y creo que sos: lo que te proyecto. Es como que te psicopateo ¿entendés?
Estoy jugando con vos y me adelanto y me equivoco y me encanta y me seduce y me enloquece.

Son dos juegos: el tuyo y el mío. Me parece que tenemos que hablar y ponernos de acuerdo.

Es absolutamente necesario.

Quiero hablarte de mis ganas y de mi deseo. Y luego, quiero dejar de hablar tanto. ¿Me explico?

Sí, soy demasiado joven para entender lo que entendés, pero no para devorarte, destrozarte, deshacerte y rehacerte desde mi centro.

Me derrite que seas un espíritu. Ya te imagino, te siento dentro. Quiero tenerte dentro: duro, erecto, firme, vos.

Y tus ojos... tus ojos son ángeles eyaculando en mi vientre.

Me perforan, me penetran, me advierten de tu alma oscura y deliciosa.

Nosotros, esencias de la noche y testigos de la luna, nos rendiremos ante el placer; tarde o temprano. Lo sabés.

jueves, 12 de mayo de 2011

De pires

Yo no soy "pirucha postura", soy pirucha real.

Pirucha genuina.
Pircucha en esencia.

El "pirucho postura" desgarra al pire, lo ensucia y baja de categoría.

Odio al pirucho poser.

Los piruchos phony están out.  Vayan a hacerse los cool a otro lado.

El pire verdadero es un arte.

El pire y el arte no se manchan.

martes, 10 de mayo de 2011

Vos

Vos me miras y calas hondo en mí
Sin necesidad de verme, sin intentarlo siquiera
Y vos, sólo vos, con tu alma infinita
En la inmensidad de tu mirada
Y con la extensión de tus palabras precisas
Llegas a mí, burlándote de todos
De la coherencia y de la cordura
Y me amas, vos me amas tanto,
Que no sé qué darte a cambio
Que no sea el amor que ya te doy;
No sé que decirte
Que no sean mis “te amo” cotidianos.

Vos, de espíritu intacto y mente inmaculada
Abres mi corazón y te alojas dentro
Con la insolencia divina de tu ser perfecto
De luz al final del túnel
Y te quedas allí
Días, meses, años
No importa demasiado, no importa nada,
Porque con vos el tiempo mismo no importa
Con vos no tengo miedo
De que dure o no dure
De que duela o no duela.


Vos no me perteneces, ni yo a vos
Y el adiós pierde su significado
Porque vos estás donde mi boca te nombre
Donde sea que tu nombre se escape de mis labios
Y en un intento de suicidio, se convierta en jadeo;
En el frenético baile de nuestros cuerpos desnudos.

Vos tomas mi mano en la tuya
Ý después del beso
Damos, en la cúspide del amor, un salto mortal
Hacia donde sea que se quedarán
Los recuerdos que yo tenga de vos.

Raro

Vagabundo, lento y solemne andar
Ojos de plata
Cada paso te eleva más

Cada mirada te pierde en el encuentro de mis ojos
Sigilosa nuestra búsqueda de amor descartable
Vanidosa nuestra pretensión de que sea secreto

Tus ojos me irradian ternura
A pesar del tiempo
Cada paso te eleva más

Y en la mañana despertaste agradeciéndome
Como si para mí hubiese sido un esfuerzo
Cuando por momentos admito que fue lo mejor

¿De dónde venís?
¿Por qué te hacés el insolente?
Cada paso te eleva más

Por las noches sos más mío que mi cuerpo, que mi piel
Y no estando, estás, sin querer y queriendo
Emanas voluntad absoluta, infinita

¿Quién sos?
¿Por qué sos?
Cada paso te eleva más

Sos una estrella en decadencia
Sos muy raro... si fueses simple no me interesarías
Maldita paradoja la nuestra

Te acercarás a mí
Nos encontraremos nuevamente
Tan sublimes que somos
Cada día nos une más
Cada paso nos eleva más


(somos los mejores)

Alquimia


Entrando a algún antro de suburbio entenderás que no fui yo, ni fuiste vos, ambos estuvimos en ese –tu lugar- entre esas –tus cosas- hicimos el amor escuchando Pink Floyd.
¡Hola! ¡Qué mala memoria! No corras que me alcanzas, si te alcanzo no te devuelvo, si corro me canso y si me alcanzas… ¡¡perdemos la gracia!!
Dame otra vez tu palabra, qué mala jugada la nuestra… te creí más inteligente… ¡qué estridente falacia!


Lentes de sol en la noche, vas y venís una y mil veces, te contradecís, me convences, te digo que no, no te digo que sí… estábamos en el mismo lugar y aún así, casi nada… te dije aquellas cosas que no sabes que te dije y no las olvidaste, glam rock star
No quiero otra cosa que no seas vos, pero no te quiero por mucho tiempo, mi capricho es efímero, pero tiene que ser.


Y ahora  crees que sabés todo, esparcís mentiras rellenas de verdades, ocultas tus sentimientos –si es que los tenés, pero no importa- y lo único que puedo decirte es “dame, dame, dame”
Dame todo lo que me puedas dar, sin fecha de nacimiento, ni dirección nacional de identificación, sin credenciales ni licencia de conducir.

Lo que fue, fue así y punto: no lo cambies que en eso y con vos, no negocio.


Y otro beso no logrará matarnos, seamos infames, seamos banales, seamos superficiales, seamos atrevidos, seamos lujuriosos, seamos protervos.


Y no, no te amo, ni te quiero… te aprecio muchísimo…me excitas, me gustas, quiero volver a tenerte dentro.

I don’t think I love you
I don’t think I need you
I’m just burning of desire

Pero no...

Podría pedirte que te quedes una noche más,
Que me abraces muy fuerte y me aprietes el alma,
Pero no…

Podría decirte que te amo y mentirte en la cara
Para que creas, mi vida, que sos importante…
Pero no…

Podría contarte, mi cielo, que se me pasa el día entero
Pensando en hacerte el amor y arrancar tus labios
Pero no…

Podría escuchar otra vez tus mismas canciones
Como si tu voz fuese cuerpo que puedo tocar
Pero no…

Podría llamarte y buscarte, retenerte un minuto
Para extender mis sueños a la realidad
Pero no…

Podría fingir que la lluvia es sol y me quema
Como si tergiversases el mundo con tu existencia
Pero no…

Podría dejar de mentirte y ya no ocultarte
Confesarte que me he adueñado de todos tus poros
Pero no…

Y será siempre no, porque no
Porque sé que aunque quiera que dure, no durará.
Todo no: vos sos no, yo soy no.
Porque nuestras almas salvajes no tienen razón.
Vos te irás, yo me iré; eso es no.
Puede ser… pero no.
Aunque así lo quiera yo
Aunque así lo quieras vos…
Sé que no. 

Matame

¡Qué manera de matarme! Una y otra vez como Atkins, sin culpa y con orgullo.

Matame definitivamente con tus palabras-nada, con tu escuchar tan sordo… sos un salvaje de utilería, un monstruo de pet shop en Sunset Boulevard.

Matame con tu sexo, con la lujuria alevosa de los prisioneros abstemios, poseído y mío.
Matame con ganas y de una sola vez, sin reparos, con tu lengua afilada y tus manos empapadas en deseo.
Matame sin la ropa que tanto nos estorba y el calor que cala el sitio cuando nos acercamos.
Matame a ojos de tigre y piel de león, con tu figura perfecta y contorno intocable, silueta atomizada de suspiros que arrancas en tu andar.
Matame que si vivo te buscaré siempre.

Hombre clown, chico in-out, mega size de arrogancia.
Decrépita mirada eléctrica aun, matame.
Matame vos a mí, o yo te mataré primero.

lunes, 9 de mayo de 2011

Baby Love

Recientemente me fueron otorgados todos los dones necesarios para ser yo en un mundo que irradiaba “vos”.  Y hoy soy yo, nada más que yo: mi música, mis libros y yo.
Pero nosotros volveremos a despertar juntos (lo sé) y entonces tu piel de fuego quemará el último recuerdo nefasto e innecesario que por desconocidos motivos guardé.
Beberé de tus ojos baby-love, y por tu boca venderé mi alma al diablo.
Fácilmente “antojo on-off”, no volveré a la cama vacía esa, ni a escuchar discos de oro en su debacle, ni a internarme en un best seller decadente.
Seremos uno, uno muy grande, omnipotente, mitad divino – mitad diabólico.
Alimentaremos mutuos y respectivos egos, cansados de nuestra pseudo-autarquía.
Robaremos corazones al por mayor, que venderemos luego en alguna feria americana.
Bajás, subís, bajás: ciclotimia aguada. Volás, andás, volás: vos no caminas, es el suelo el que te mueve.
Tan perfecto, arrogante y hermoso: tan poco mío pero exclusivo –bien sabes por qué lo digo, secreto público, hombre colectivo.
Nosotros volveremos a despertar juntos (lo sé) pero después, mi mejor hombre, yo seguiré siendo yo - nada más que yo.

La Tormenta


Con la tormenta de la noche que hoy nos une
De los ojos que se reflejan en la Natura toda
Vienen las caricias marchitas de una vida pasada
De un amor de otrora,
De una historia, mi amor, que no contamos.

¿Qué nos ha traído la tormenta?
¿Qué nos ha dicho la noche, que nos mata?
¿Qué es eso, mi lejano, que nos enmudece, que nos calla?

La tormenta que ha venido
La tormenta que ha caído sobre nuestras cabezas
Canta, grita, gira y baila, la tormenta habla
Le habla a la noche, la noche que no es más mi aliada.

¿Será acaso mi verdad?
Oh, tormenta… no lo hagas
¿Serán mis secretos de papel?
¡Cruel e indiscreta noche, me delatas!

Y mis sueños, los sueños del pasado
Se revelaron hoy con la tormenta
Que por la noche traicionó a la poetisa
Oh, tormenta… no lo hagas
No le digas, no le cuentes
Lo que entre lágrimas te he confesado en verano.

Ganas / Fantasía

¡Tengo ganas de escupirte la cara! Tengo fantasías en las que te tiro papel picado en 21 de setiembre y Ellauri

¡Tengo ganas de bañarme en té! Tengo fantasías en las que te beso y me disparas, muero lentamente frente a tus ojos de hierbas

¡Tengo ganas de abrazarte para dejarte ir! Tengo fantasías en las que sabes mi nombre y ya no sentís tanta venganza, no me odias y yo, por momentos, tampoco

¡Tengo ganas de escribirte algo coherente! Tengo fantasías en las que te recito los poemas más hermosos que he escrito, pero no es lo que me inspiras

¡Tengo ganas de decirle al mundo quién sos realmente! Tengo fantasías en las que me temés por eso y compras mi silencio con besos  (¡qué buena idea!)

¡Tengo ganas de darte un regalo! Tengo fantasías en las que caminamos por un laberinto de bombillas de luz, con bastones y coloridas galeras.

¡Tengo ganas de seguir al Conejo Blanco, de despertar y no estar en Kansas!

¡Tengo ganas de mudarme al asteroide B – 612 con vos!

¡Tengo ganas de vos! Tengo fantasías en las que estamos juntos… estamos muy juntos - de nuevo.

Onírico


Desde que me acuerdo, te recuerdo, y cada noche tengo un nuevo sueño que te nombra, te presenta de mil formas en mi mente sólo para desaparecer con el despertador, a la velocidad de la luz.
Y hoy venís con camuflaje, con el veneno del paraíso, inspirando odio y amor por doquier.
¡Qué lindo que sos! A nadie se lo perdono y sin embargo, siempre estuviste perdonado.
Sé que en tu caso, no es maldad, sino falta de sentido común.
Y hoy venís, vestido de payaso… haciendo reír a los plebeyos con la luna menguante de tu lado, con los trajes despreciados del ayer.
Buscando entre la noche una excusa para hablarme, inquiriendo una razón para alejarte, eso que sé que no querés hacer.
Pidiéndole al destino una prórroga, velando tus pecados de colchón bajo la almohada-confesionario.
Extirpando de mi pecho el latir que te siente y te lleva…

        Y así te sueño… te sueño cada noche, te sueño increpando la nulidad y abstinencia de la vigilia.
Te sueño implorando que te hagas real.