Desde que me acuerdo, te recuerdo, y cada noche tengo un nuevo sueño que te nombra, te presenta de mil formas en mi mente sólo para desaparecer con el despertador, a la velocidad de la luz.
Y hoy venís con camuflaje, con el veneno del paraíso, inspirando odio y amor por doquier.
¡Qué lindo que sos! A nadie se lo perdono y sin embargo, siempre estuviste perdonado.
Sé que en tu caso, no es maldad, sino falta de sentido común.
Y hoy venís, vestido de payaso… haciendo reír a los plebeyos con la luna menguante de tu lado, con los trajes despreciados del ayer.
Buscando entre la noche una excusa para hablarme, inquiriendo una razón para alejarte, eso que sé que no querés hacer.
Pidiéndole al destino una prórroga, velando tus pecados de colchón bajo la almohada-confesionario.
Extirpando de mi pecho el latir que te siente y te lleva…
Y así te sueño… te sueño cada noche, te sueño increpando la nulidad y abstinencia de la vigilia.
Te sueño implorando que te hagas real.
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