sábado, 4 de junio de 2011

Asociaciones.

No sé qué pesa ni sé qué duele. Las noches de fiesta dejan racimos de resaca sobre mi mesa de luz. El exceso de trabajo no se refleja en mi economía, pero el dinero es a la vida como el humo al rocío.

Hierve el agua para un antigripal, un té y un café. Los fines de semana son escaparates dentro de un caleidoscopio kafkiano, una nítida nube de hechos que nadie puede reconstruir, porque la nostalgia es a la memoria como el fondo al vacío.

Mis ojos se llenan de nombres y de lugares, de sustancias y fluidos. El sentir existencialista se desvanece entre mis dedos como arena; y tu boca es a la mía como el hambre al día festivo.

Aquellos niños (los que fuimos) aún se tropiezan por no atarse los cordones. Crecimos. Estudiamos. Trabajamos. Nos juntamos haciendo pares. Dentro de todo, hicimos las cosas bien. Tuvimos hijos. O quisimos tenerlos. O abortamos. O usamos condones. O tomamos anticonceptivos. Creí en el amor e hice poesía. Creí en el deseo e hice poesía. Dejé de creer y escribo una prosa pesimista y lúgubre; pero estoy segura de ser mejor que las tres hermanas Brönte sumadas.

Elegí una habitación sin ventanas. Dije que el "afuera" dependería sólo de mi mente y lo sostengo. No hay imágenes dadas, prestadas, descritas. Todo lo que no es inmediato me necesita para ser; y entre palabra y palabra el té se enfría.

¿Qué es el miedo? No sé, no lo siento. Pero debe ser sólo una sensación; como lo son los posavasos o los pañuelos descartables. La Luna es al amor como tus ojos a mi hoja en blanco.

Aprendimos a compartir. Aprendimos que ser egoístas, de vez en cuando, no es un defecto. Aprendimos a amarnos y a auto - flagelarnos. Aprendimos ciencias y letras, y nos olvidamos de lo aprendido con el primer orgasmo.

Mucho Punta del Este, mucho verano. Muchas hormonas y mucha sangre. Hoy, los buenos amigos, siguen siendo los amigos de antes. Hemos sido coherentes: supimos perdonarnos y entendernos. Memorizamos las tablas y el abecedario y no fue en vano. Las caricias son al Hombre como el fuego al tiempo perdido.

Tus hijos son también mis hijos y los hijos de la Tierra. El Universo es a tu piel como el brillo es al espíritu.  Tus hijos son también mis hijos porque de alguna manera, yo también los he parido.  Y he parido, si se quiere, a todos los habitantes del mundo. Las flores, los árboles, la fauna y el océano son mis hijos.

Dios se fue por la puerta trasera y dejó de existir. Elegí una habitación sin ventanas para poder creer en dios y dios es al Hombre como el cigarro al cáncer de pulmón.

El fuego se consumió. Los sabios recitan libros. La publicidad es a las ideas como los caballos a mi burbuja onírica. Morfeo extiende sus brazos, me espera y me agita. Me ama como amé en su momento a todos los hombres por los que jamás sentí nada.  Y la vista es a la memoria como el orgullo al olvido.

Mueren, hoy mueren. Yo dibujo a una libertad indecisa y manipuladora, títere de otrora.

Y tu amor es a mi pecho como tu persona a mi poesía.

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