lunes, 29 de octubre de 2012

El Honesto

Sus ojos que ya no eran suyos, sino del miedo
la pena que arrastra en sus pasos
gris, flojo ¡casi quieto!

Ya no era quien fue, espíritu sereno
cuerpo arrojado a las fuerzas del viento
mi amante, mi padre y hermano pequeño

Su amor que no era pasión ¡era amor!
Su rostro que no era antifaz, sino rostro
Sus ropas que no eran disfraz, sino ropas

Moribundo y pendenciero yace un Hombre sin pueblo
sin fin que lo libere para empezar de cero
sin uñas, sin dientes ni cimarrones
para luchar por lo que luchan todos los Hombres.

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