lunes, 5 de mayo de 2014

Entre Venus y Marte: la Tierra

- Ah, y también soy feminista - dijo él, como enumerando alguna supuesta cualidad.
- Yo no - contesté; y pedí la cuenta.


Escena real y relativamente cotidiana en mi vida. Pues bien, como habrán correctamente inferido, yo no soy feminista. ¿Por qué? ¿Y qué significa no ser feminista? ¿Está mal?

No soy feminista, primero y ante todo, porque no creo en la superioridad de un género y / o sexo sobre el otro. Ya sé, ya sé, ya sé: acá es cuando te apurás a decirme: ''no entendés nada, Pris, el feminismo apunta a la igualdad entre mujeres y hombres, no a la superioridad''. Y acá es también cuando yo digo que sí, que es exactamente ese el objetivo del feminismo (al igual que el del machísmo). ¿Por qué? Porque si yo apunto a la igualdad entre hombres y mujeres (algo que sí hago) reivindico Derechos Humanos. Toda persona tiene derecho a la educación. Todos los seres nacen libres en igualdad y derechos.
Es decir, como defensora de los Derechos Humanos que soy, defiendo los derechos (y recuerdo las obligaciones) de cada ser humano en el planeta; independientemente de su género.

Para ser aún más clara: si yo protesto contra el uso impuesto (léase el ''impuesto'' con particular atención) del burka, lo hago porque se están coartando los Derechos Humanos de una persona, y eso es humillante, denigrante y violento. Ésto viola, por ejemplo, el artículo 5 de la Declaración de los Derechos Humanos. Pero yo jamás (¡jamás!) saldría a protestar sólo porque quien es obligada a usar burka es una mujer. Espero explicarme e intuyo hacerlo, aunque sé que habrá quienes me malinterpreten, accidental o voluntariamente.

Más simple todavía: yo defiendo los Derechos de una persona por su calidad de persona. Con eso a mí me basta, con que sea persona. Yo no defiendo ''un poquito más'' a alguien por tener próstata o útero. Eso, para mí, es irrelevante: lo importante, lo trascendental, es que es humano.

Claro, esa soy yo y seguramente estoy en una especie de bancarrota moral.

Pero esperen, hay más.

El feminismo últimamente se ha deformado en una especie de ideología anti - hombre. Por todo lo que expliqué anteriormente (lo de ser pro - persona ¿recuerdan?) yo no fui, ni soy ni seré anti - hombre.
Por lo que expliqué y por odiar las antinomias en general, honestidad mediante.

En la misma línea de acción del ''no te defenderé sólo por tener próstata o útero'',  está el ''no te atacaré sólo por tener próstata o útero''.

''Ser mujer no es fácil'' - dicen. Y ciertamente que no lo es. Y yo me pregunto ¿quién les dijo que ser hombre sí es fácil? ¡Cargar con obsoletos roles sociales desde el nacimiento de los tiempos! El cazador, el que se gana el pan, el que no llora... ¿Yo? Paso. ¿Yo? Te la regalo.

''Las mujeres están sometidas a alcanzar estándares de belleza irreales'' - alegan. ¿Y los hombres no?  Vos, cóngenere que estás leyendo ésto, imaginá lo siguiente. Vas caminando por la calle y te encontrás a tu diestra con un rubio esbelto, de vientre bien marcado y algo musculoso; y a tu siniestra con un hombre de 170 kilos, algo pelado y bajito. Yo no te creo que vayas a mirar más a tu izquierda. ¿Eso no es pauta, entonces, de que el hombre también debe ''cuajar'' en determinados estándares?

Que la Publicidad explote más unas imágenes que otras no es culpa de los hombres, sino de todos nosotros como sociedad y de nuestra forma de consumir. Si no nos gusta (y realmente espero que no nos guste, en masa) cambiemos nuestra forma de consumir y los motivos por los cuales consumir. Es bien simple.

Y si bien tengo unas cuantas razones más para no ser feminista, acá les dejo una que quiero agregar muy especialmente: 'PUTA'.

En lo personal, a quienes más he escuchado tildar de ''puta'' a una mujer... ¡es a las mujeres! Y casi que sistemáticamente, les diré.
Compulsivamente repiten aquello de ''si un hombre se acuesta con muchas mujeres, es todo un macho, si una mujer se acuesta con muchos hombres, es una puta'' *. ¿Es una puta para quiénes, estimadas? Sí, estoy muy al tanto de cómo fueron las reglas sociales que nos precedieron, y sí, nosotras perdemos por goleada. Pero se supone (¡!) que ahora es diferente, que hemos avanzado... y yo sigo escuchando lo mismo, de las mismas personas.

Creo que dos o tres veces en mis no importa años, he escuchado a un hombre calificar de puta a una mujer.

Las mujeres somos increíblemente crueles entre nosotras; y es hora de admitirlo porque es hora de cambiarlo.

Sobre este tema escribí por primera vez a mis diecinueve en mi columna en un semanario del departamento del que soy oriunda (Maldonado) y  abogaba por una sociedad más ''sesista'' y menos sexista. No importa cuántos años después, me encuentro haciendo lo mismo: no se trata de que seamos iguales (¡porque no lo somos!) se trata de tener los mismos derechos y las mismas obligaciones, y de nuestro deber moral de respetarnos ya que hombres o mujeres, primero, somos personas.


Igual como que yo no sé hacer amigos ¿no?


¡Muchas gracias!





* Igual no es una competencia, tranquilos.





@PrisUY