sábado, 3 de septiembre de 2011

Un día

Decidimos ser pobres y tomar todo prestado, hasta el oxígeno. Nunca supimos cómo pagar o devolver nada. Ignoramos la propiedad y el consumo.  Nada nos cautivaba lo suficiente como para anhelar ser propietarios.

Sin pronombres posesivos, todos nos gastábamos los labios y la vida se nos iba en volutas eternas de palabras dulces, rosas y redondeadas.

Estábamos en todos los puntos cardinales, en cenit y nadir. Comíamos vida y escupíamos en la cara del dolor y el egoísmo.

Sucedió que un día te conocí. Un día me enamoré de ti. Y te quise mío. Quise ahogarte en mi corriente; esa que descubría mientras me perdía en tu pecho agitado.  Tu magia se clavó en mi vientre  y me abrí pura e ingenua.

Nosotros éramos buenas personas, pero un día yo me enamoré de ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario