Para sentir tu dolor no necesito mirarte, me basta con observar tu sombra desdichada y lenta. Pero no te pedí que sufrieras, sufrís porque querés.
Y tu nombre, tu nombre no tiene vocales y me hace derramar lágrimas sin ganas de llorar (la mayor parte del tiempo) ... aunque jamás me pediste que sufriera (sería tan fácil si fueses culpable de algo); supongo que yo también sufro porque quiero.
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