sábado, 27 de agosto de 2011

Despojado

Debe dolerte pasarme de largo, como a esas sombras con las que no jugamos. En la más absoluta infortuna, me sé privilegiada de jamás haber podido pronunciar tu nombre; vos, que hoy te  arrugas y descascaras como ayer fuiste robusto y todopoderoso.

Debe dolerte cada día intentar imaginar mi cama; mi voz y mis gemidos. Debe pegarte el alma disfrazarte de coraje para inventar cada día una excusa nueva que amamante esa rutina obsesiva de la que no podés salir.

Los momentos de ayer, reales o imaginarios, son sólo míos.  Pero lo que pudo haber sido, mi amigo, lo que pudo haber sido yace con vos en tu tumba, y en la innegable intriga que desde ahora de mí te despoja, para siempre; apartándote de mi almohada, de mi sexo y de mi boca.

Debe dolerte y lo sé, ha de ser desoladora tanta cobardía.

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