viernes, 23 de agosto de 2013

Conversación con un muerto.

Que no, que te lo digo yo, que uno no puede andar por la vida así: todo descalzo de alma, sin vacunarse y sin haber leído a Onetti.
Que sí, que te lo digo yo, que el Arte salva tantas vidas como la Medicina.
Que no, que no te compré el libro que querías; tenía la plata sí, pero no te lo compré. No sé ¿por qué no te lo comprás vos? Vos plata tenés. Bueno sí, te lo compré. Yo y mi maldita costumbre de darte lo que ya tenés sólo porque lo querés de nuevo, pero de mí. Y porque es de mí es nuevo, pero no será nuevo siempre. No seré yo nueva siempre.

Que no, que no te corté al teléfono. Que se cortó la llamada.
Que sí, que me lastima escucharte, porque no te quiero pero te quise - ¿viste cómo usamos los poetas esa frase? ¡una muletilla en común con todos los poetas del mundo!
Que no, que no te estoy cambiando de tema. Que sí, que ya no quiero hablar más. Que sí, que ya no quiero hablarte.

Que sí, que tanto daba si moría aquella noche, y tanto daba si me enterraban con vos ¿pero por qué no entendés que yo, tal vez, no quería morir? Que no, que tal vez no esté tan viva pero no estoy la mitad de muerta de lo que estás vos.

Que sí, que nos podemos juntar a tomar un café y discutir a Borges ¡claro que sí! Que no, que no nos podemos juntar a tomar whisky y escuchar a Muddy Waters ¡claro que no!

Que no, que no podés dormir más en mi cama. Que no, que no podés venir más a mi apartamento. Que sí, que iré a tu casa cuando la carne o el alma así lo ordenen. Que no, que no me quedaré. Que sí, que tal vez me quede.

Que no, que no tengo tus llaves. Ya sé que no están en tu casa, están en una casa que no es la mía y que no es la tuya. Otra casa, entendé lo que te digo, tus llaves están en otra casa ¿vos te das cuenta que estamos hablando de una tercera casa? Que sí, que entiendo que es una falta de respeto. Que no, que no lo conoces.

Que sí, que sé que estás triste. Que no, que no puedo hacer nada. Que sí, que yo tampoco estoy bien. Siempre hemos tenido problemas comprendiendo nuestras mutuas flaquezas. Que no, que no te dejé por eso. ¿Qué cómo, que me dejaste vos?

Que no, que no me llames más. Que no seré aquello de lo que tu propia consciencia, voluntariamente, huye. Que sí, que soy el opuesto de tu voluntad. Que no, que ya no te quiero. Que sí, que lo voy a pensar.

Que no, que te lo digo yo. Que sí, que viste cómo es.

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