Mi café se enfría sin tu boca, y mi piel, sin tus labios, ya no llora. Pero no te extraño y me duele. Hoy bien podrías ser absolutamente nadie. Hoy bien podrías pasar de mí.
Aquel momento, aquel silencio roto, aquel beso a contratiempos bien valió la pena. Y toda la pena que me has traído en consecuencia, bien que tuvo valor. No sé quién eras ayer, no sé adónde ibas ni tu porqué.
¿Cómo es tu sangre, hermano, sino roja? ¿Cómo es tu nombre, sino hermano? Bien pudiste haberme olvidado. Bien puedo hoy, si simplemente se me antoja, olvidarte yo. Pero ni te nombro, ni me engaño. Bien que querías que quererme, y ese, tu lujo, hoy se va con vos.
Y de todo lo que fui, fui por sobre todo sensata. Bien que pude haberte mentido. Bien que pude haber creído tus jugadas. Bien que pude hacerte jugar mi juego.
Pero así es el tiempo: se rompe, te entierra y pasa. Y así y todo, yo estoy bien.
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