Desde el ayer y a la distancia mis ojos gritan tu nombre
te buscan por donde estés y por donde no, especulando tu presencia
adivinando tus pasos y tu silueta
pidiéndote una prórroga, un poco más de nosotros para los dos.
Mi boca procura la tuya, mi piel se enciende desde vos
y reposa en mi pecho un recuerdo vívido e infinito
pasado inmaculado que pretende conjugarse en todos los tiempos
con la pureza de antaño y la ilusión de un mañana acariciando tu espalda.
Fuimos fuego, somos cenizas y, de darme la mano, seremos Sol, seremos fénix, seremos dios.
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