viernes, 15 de agosto de 2014

Cita

Para aquellos que me leen por este medio:

El lunes 22 de setiembre, en la Biblioteca Nacional de Montevideo, a las 19:00 horas, estaré presentando mi libro ''La Cabeza de Dios''.

¡Los espero!



lunes, 5 de mayo de 2014

Entre Venus y Marte: la Tierra

- Ah, y también soy feminista - dijo él, como enumerando alguna supuesta cualidad.
- Yo no - contesté; y pedí la cuenta.


Escena real y relativamente cotidiana en mi vida. Pues bien, como habrán correctamente inferido, yo no soy feminista. ¿Por qué? ¿Y qué significa no ser feminista? ¿Está mal?

No soy feminista, primero y ante todo, porque no creo en la superioridad de un género y / o sexo sobre el otro. Ya sé, ya sé, ya sé: acá es cuando te apurás a decirme: ''no entendés nada, Pris, el feminismo apunta a la igualdad entre mujeres y hombres, no a la superioridad''. Y acá es también cuando yo digo que sí, que es exactamente ese el objetivo del feminismo (al igual que el del machísmo). ¿Por qué? Porque si yo apunto a la igualdad entre hombres y mujeres (algo que sí hago) reivindico Derechos Humanos. Toda persona tiene derecho a la educación. Todos los seres nacen libres en igualdad y derechos.
Es decir, como defensora de los Derechos Humanos que soy, defiendo los derechos (y recuerdo las obligaciones) de cada ser humano en el planeta; independientemente de su género.

Para ser aún más clara: si yo protesto contra el uso impuesto (léase el ''impuesto'' con particular atención) del burka, lo hago porque se están coartando los Derechos Humanos de una persona, y eso es humillante, denigrante y violento. Ésto viola, por ejemplo, el artículo 5 de la Declaración de los Derechos Humanos. Pero yo jamás (¡jamás!) saldría a protestar sólo porque quien es obligada a usar burka es una mujer. Espero explicarme e intuyo hacerlo, aunque sé que habrá quienes me malinterpreten, accidental o voluntariamente.

Más simple todavía: yo defiendo los Derechos de una persona por su calidad de persona. Con eso a mí me basta, con que sea persona. Yo no defiendo ''un poquito más'' a alguien por tener próstata o útero. Eso, para mí, es irrelevante: lo importante, lo trascendental, es que es humano.

Claro, esa soy yo y seguramente estoy en una especie de bancarrota moral.

Pero esperen, hay más.

El feminismo últimamente se ha deformado en una especie de ideología anti - hombre. Por todo lo que expliqué anteriormente (lo de ser pro - persona ¿recuerdan?) yo no fui, ni soy ni seré anti - hombre.
Por lo que expliqué y por odiar las antinomias en general, honestidad mediante.

En la misma línea de acción del ''no te defenderé sólo por tener próstata o útero'',  está el ''no te atacaré sólo por tener próstata o útero''.

''Ser mujer no es fácil'' - dicen. Y ciertamente que no lo es. Y yo me pregunto ¿quién les dijo que ser hombre sí es fácil? ¡Cargar con obsoletos roles sociales desde el nacimiento de los tiempos! El cazador, el que se gana el pan, el que no llora... ¿Yo? Paso. ¿Yo? Te la regalo.

''Las mujeres están sometidas a alcanzar estándares de belleza irreales'' - alegan. ¿Y los hombres no?  Vos, cóngenere que estás leyendo ésto, imaginá lo siguiente. Vas caminando por la calle y te encontrás a tu diestra con un rubio esbelto, de vientre bien marcado y algo musculoso; y a tu siniestra con un hombre de 170 kilos, algo pelado y bajito. Yo no te creo que vayas a mirar más a tu izquierda. ¿Eso no es pauta, entonces, de que el hombre también debe ''cuajar'' en determinados estándares?

Que la Publicidad explote más unas imágenes que otras no es culpa de los hombres, sino de todos nosotros como sociedad y de nuestra forma de consumir. Si no nos gusta (y realmente espero que no nos guste, en masa) cambiemos nuestra forma de consumir y los motivos por los cuales consumir. Es bien simple.

Y si bien tengo unas cuantas razones más para no ser feminista, acá les dejo una que quiero agregar muy especialmente: 'PUTA'.

En lo personal, a quienes más he escuchado tildar de ''puta'' a una mujer... ¡es a las mujeres! Y casi que sistemáticamente, les diré.
Compulsivamente repiten aquello de ''si un hombre se acuesta con muchas mujeres, es todo un macho, si una mujer se acuesta con muchos hombres, es una puta'' *. ¿Es una puta para quiénes, estimadas? Sí, estoy muy al tanto de cómo fueron las reglas sociales que nos precedieron, y sí, nosotras perdemos por goleada. Pero se supone (¡!) que ahora es diferente, que hemos avanzado... y yo sigo escuchando lo mismo, de las mismas personas.

Creo que dos o tres veces en mis no importa años, he escuchado a un hombre calificar de puta a una mujer.

Las mujeres somos increíblemente crueles entre nosotras; y es hora de admitirlo porque es hora de cambiarlo.

Sobre este tema escribí por primera vez a mis diecinueve en mi columna en un semanario del departamento del que soy oriunda (Maldonado) y  abogaba por una sociedad más ''sesista'' y menos sexista. No importa cuántos años después, me encuentro haciendo lo mismo: no se trata de que seamos iguales (¡porque no lo somos!) se trata de tener los mismos derechos y las mismas obligaciones, y de nuestro deber moral de respetarnos ya que hombres o mujeres, primero, somos personas.


Igual como que yo no sé hacer amigos ¿no?


¡Muchas gracias!





* Igual no es una competencia, tranquilos.





@PrisUY

lunes, 7 de abril de 2014

La maternidad como tiranía.

Varias cosas suceden alrededor de una mujer que ha decidido no tener hijos; pero de todas ellas, e incluso pesando más que el juicio mismo, está la (muy, muy maldita) especulación.

Pues sí, una mujer (y podría hablar de cualquier mujer, pero escribo yo, y por lo tanto estoy hablando de mí también, de mí sobre todo) dice 'no' a la maternidad y surgen especulaciones de este corte:

a. ''tuvo una mala infancia''
b. ''en realidad quiere tener hijos, pero dice que no porque sabe que es una persona muy compleja y por lo tanto, es difícil que de hecho los tenga''  - sí, es muy complicado seguirle el hilo a ésta, pero pasa.
c. ''eso lo dice ahora''
d.  La de arriba, con el agravante de ''...porque no ha conocido al hombre indicado todavía''.
e. ''no le gustan los niños.''

¿Acaso ser madre es una obligación? ¿Quién impuso tal tiranía en el mundo? Tener la facultad de hacer algo ¿implica su ejecución?

Es muy loco. Y ese es el más ameno de los adjetivos. Es cruel, porque todas las imposiciones, todo aquello que atente contra la libertad del individuo en su manifestación más íntima, es cruel. Y, quien sea que imponga deberes sobre la intimidad de un individuo, señoras y señores, no es otra cosa que un tirano. En este caso, el gran problema es que ese tirano es la mayor parte de la sociedad, desde que el Humano pisa la Tierra.

Primeramente, me dedicaré a 'responder' algunas de estas tan poco felices especulaciones.

a. Cállese, Freud. ¿Ahora son todos psicólogos? Si por tener una mala infancia una mujer rechazase la idea de la maternidad, le aviso que no seríamos hoy siete mil millones sobre esta roca que gira alrededor del Sol. No sea tan simplista, amigo. Abra la mente.

En lo personal, no sólo no tuve una mala infancia, sino que tuve una muy buena.  Éramos una versión uruguaya y laica de los Ingalls - la oración está en pasado simplemente porque me estoy remitiendo a mi niñez; es decir, mi familia sigue siendo excelente y lo más importante: sigo teniendo familia.

b. No, no quiero tener hijos. ¿Por qué? Tengo muchos motivos y poco tiempo, pero ¿por qué debo justificarme? Cuando una mujer dice ''quiero tener hijos'', nadie le pregunta el porqué. ¿Por qué debería yo argumentar mi respuesta? ¿Se supone que si no quiero ser madre, soy ''rara''? Si es así, entonces soy yo quien pregunta (quien grita) ¡¿por qué?!

c. En mi caso personal, es algo que afirmo desde los doce años. Y, lector, hágase una idea: han pasado veinte otoños desde entonces. Siempre lo tuve muy claro.
¿Soy una persona compleja? Sí. Una persona profunda. No soy, en absoluto no lo soy, una persona simple. Pero desestimo que ésto tenga algo que ver con mi reticencia a dar la teta. Conozco muchas personas con una interesante e incluso más compleja psique que son (ejemplares) madres y padres.

d. Estamos de acuerdo en que la mujer, a efectos de quedar embarazada, necesita esperma. Hasta ahí leemos todos la misma página. ¿Pero qué es eso de que ''no quiero ser madre porque no he conocido a mi hombre ideal''? Para mí, eso es como decirme ''no te vas a comprar ese helado porque no han florecido las violetas y el agua hierve a 100°''. Sí, para mí es ese el razonamiento ''lógico'' detrás de tan infame suposición.

Hay algo terrible en esta afirmación: ¡reducir a un niño, a un ser humano, a una especie de regalo que la hembra le hace al macho cuando se enamora! ¿Se dan cuenta de la gravedad del asunto? Y habrá quienes dirán, ''no, pero es natural que cuando una mujer conoce a un hombre quiera formar una familia''. Primero y ante todo, yo ya tengo una familia - una muy buena, reitero- no veo la necesidad de formar otra (o de incluir gente en la actual).  Y, más profundo aún, ¿qué se supone que es natural? No es natural que volemos, y tomamos aviones. No es natural que nos podamos comunicar al instante con cualquier persona en cualquier punto del mundo, y usamos teléfonos e internet. ¿Qué es lo natural?
No, estimados, no es natural, es impuesto y lo hemos aprendido y repetido, pero no es natural. Las mujeres tenemos sí, la posibilidad natural de tener un hijo en nuestro vientre (y sin un poco de ayuda masculina, tampoco llegaremos lejos) pero una posibilidad no implica - ni debe implicar- obligación.

e. Otra vez, es como afirmar que porque no me gusta la lechuga, no debo vestirme de verde. Una cosa así, un disparate así.
Yo amo los niños (soy docente), en pocos intelectos confío tanto como en aquéllos de los niños, su creatividad y su falta de prejuicios me conmueve e inspira. ¿Qué cacería de brujas es ésta? ''Como sos mujer y no querés ser madre, entonces eso es una clara evidencia de que odias a los seres más vulnerables y adorables de la sociedad''. ¡¿De verdad?! ¿Es éste un planteo real?
Yo, en lo personal, lo he escuchado.

La gente elige su profesión, su barrio, la ropa que se pondrá un día en particular, su modelo de celular, su mascota, sus amigos... yo elegí no ser madre; y es una opción tan válida como cualquiera de las anteriores.
¿Ha cuántas personas ha escuchado usted argumentar, una y otra vez - en pos de no convertirse en un paria - su peinado? Ésto es, guste o no, exactamente lo mismo.


Muchas gracias.


@PrisUY

jueves, 13 de febrero de 2014

Statu Variabilis


Yo no sé ni sabré
por qué el viento y la lluvia
aún me besan y desnudan
ni por qué mis pies
pareciesen no entender de caminos
o rutas,
pero tal vez sí sepa – muy en mí,
porque todo saber es siempre
un secreto-
por qué el tiempo no me afecta,
por qué los años no me dañan,
por qué, a pesar y contra todo
aún beso
aún amo
aún canto
por qué mi vida, incluso en mis
derrotas,
sigue siendo generosa,
sigue dándomelo todo
para volvérmelo a quitar
y yo,
que no tengo certeza alguna,
que no tengo tiempo
ni piel propia,
arrojo una respuesta inmortal
una respuesta imposible

para dormir cada noche
con la respuesta intrínseca que soy yo misma.

miércoles, 8 de enero de 2014

Into the blue.

Sentía por él lo que se siente por la ropa que no se usa pero que no se tira tampoco. Él dormía y yo fingía dormir - me enteraría luego que su sueño era también fingido: hablamos de un hombre sensato.

Nuestras cuerpos desnudos se fundían en un azul infinito (como todos los azules) y yo intenté un abrazo. Apoyé mi mano sobre su espalda fría y conté tres lunares que  podían ser pecas grandes o antojos de una madre supersticiosa. Bien podrían haber sido cientos y no tres. En esos cálculos estaba yo cuando me vi.

Me acerqué y me senté en su cama, junto a mí. Sonreí y jugué con mi pelo.

- ¿Cómo estás? - me pregunté.
- Tengo frío - me dije, sin mayores sobresaltos.

Nunca supe - nunca supimos, si nos referimos al momento que nos convoca- contestar tan común pregunta. Supongo que porque la respuesta es larga y sé que la gente se aburre fácilmente.

Yo seguía sentada y yo seguía acostada, pero ya no sentía frío.

- Si pudieras ¿lo querrías?
- Si pudiera, le prepararía el desayuno.

Ambas reímos a carcajadas. Temí despertarlo (temí yo) y ahí me percaté de que éramos una, pero éramos dos. Yo era yo, pero también era ella.

Ella - más ella que nunca, tan ella como pude ser - rodeó el lecho, que ahora simulaba un océano, y lo examinó. Ella lo veía (adiviné) por primera vez. Adiviné también que me haría más preguntas: ya éramos tres.

- ¿Por qué no lo querés?
- ¿Debería?
- No sé. Supongo que sí. Aunque quererlo, debo admitir, sería tan condenable como no quererlo en absoluto.

Calló.Imagino, porque sus propios pensamientos y especulaciones respondían lo que yo no.

- ¿Cómo lo vas a recordar? Porque lo vas a recordar ¿verdad?
- Sí - le contesté, casi interrumpiendo - lo recordaré como se recuerdan a los veranos ¿Viste que a los veranos se los recuerda como si no hubiesen sido realmente? Bueno, así.

Sentí más confianza de la debida. Después de todo ella -yo- estaba ahí conmigo, y había llegado ahí como los sentimientos: burlando la razón.  Ante un silencio que interpreté violento, continué la conversación.

- ¿Viste lo que es esta cama? Es rara... siento que me voy ahogar en ella, que me tragará. Es como si estuviera viva o comiese vidas. Aunque no es sólo la cama, es la habitación, pero la cama por sobre todo.
- Tiene los ojos tristes - comentó, como exigiendo de mi parte una explicación.
- Como su pasado - respondí - y probablemente como su futuro.
- ¿Y?

Noté que ya no hablaba: increpaba, acusaba, violentaba. Preferí ignorarla y ensayar una respuesta que la satisficiese.

- Los hombres tristes no saben amar. Lo supieron en el pasado, antes de ser tristes. Ningún hombre nace triste. La vida y el amor los entristece, los empequeñece, los avejenta, los aísla. Sobre todo, los automatiza. Todo comienza a ser mecánico y extremadamente racional.

Sonreí. Supuse que mis palabras la habían abrumado o que, en la más optimista de las posibilidades, no le hacían sentido.

- No te explico para que me entiendas - agregué - sino para que te resignes.

No sé cuánto tiempo permanecimos en silencio, quizás - y es muy probable- hayan sido fracciones de segundo.

Se alejó de la cama. Imaginé un extenso sermón, pero bastó una mirada para comprender que se despedía. Sólo una pregunta aventuró antes de irse para siempre, para el siempre de los ilusos: 'y vos ¿por qué estás triste?'.

Me di media vuelta para encontrarme de cara a la pared, y creo recordar una ventana, una isla. Él me abrazó, me acercó a su cuerpo. Me percaté de que éramos dos, pero éramos uno. Yo era yo, pero también era él.

Alma

Yo no sé si, con tu alma a cuestas
vendrás algún día, descalzo y de torso libre
como tus manos, como tus ojos tristes
y serás mío
como el cielo infinito que te alberga
que cae sobre tus hombros
como tus pecados, como tus miserias.

Y no sé tampoco si algún día
acaso y ojalá que con tu alma abierta
será tu nombre el de todos los hombres
y el suelo que pisas, mi única tierra
y que, al abrazarte ¡quién pudiera!
abrace también tu locura
y abrace también tus condenas.

Pero si tu alma agitada llegase a mi puerta
y en tus manos tuvieses mi cálida primavera
o en tus labios o en tu pecho, como sea
que sea yo parte de ella
y que sea yo también eterna
para besarte cuando te vayas
para vivirte cuando te mueras.