Sus ojos que ya no eran suyos, sino del miedo
la pena que arrastra en sus pasos
gris, flojo ¡casi quieto!
Ya no era quien fue, espíritu sereno
cuerpo arrojado a las fuerzas del viento
mi amante, mi padre y hermano pequeño
Su amor que no era pasión ¡era amor!
Su rostro que no era antifaz, sino rostro
Sus ropas que no eran disfraz, sino ropas
Moribundo y pendenciero yace un Hombre sin pueblo
sin fin que lo libere para empezar de cero
sin uñas, sin dientes ni cimarrones
para luchar por lo que luchan todos los Hombres.
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