Hay quienes creen que la revolución consiste en ir a las calles, quemar neumáticos, saquear supermercados o tirar excremento a los vidrios de los bancos; pero no es así. Lo mencionado es sólo una manifestación física de la rabia y la indignación.
Debemos tener bien en claro - sobre todo en los tiempos que corren - que la revolución es un proceso mental; una guerrilla del espíritu (en tanto esencia del ser humano) una epifanía creativa que transforma la adversidad en perfecta armonía.
El ruido y la violencia quizá logren algo en una primera instancia - algo más allá de atraer la atención de los medios - pero no construyen.
Se construye desde la misma idea de cambio (que puede derivar sólo en acciones pacíficas); aunque haya sectores que se esfuercen en comunicar lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario