martes, 30 de agosto de 2011
Feliz
Que estuvieras en mi mente me hacía feliz... Olvidarte me desgarra en cuerpo y alma, y sin embargo, es necesario. Pero pocas veces - o nunca quizá- alguien, con sólo existir, me hizo tan feliz.
Ahora...
Ahora que ya no te quiero, te necesito como nunca te necesité (y bien sabemos ambos que jamás te necesité)
Ahora que ya no te quiero, mis labios se disparan resecos a tu memoria, a tus puntos débiles, a tu carne aún tibia de mí.
Ahora que ya no te quiero, te apareces sigiloso en mis sueños, ya sea con un beso o con un puñal.
Y no te quiero, ni te quiero volver a querer, porque me agota tu cuerpo apolíneo, me asquea tu mirada palpitante y me irrita tu verbo preciso y veraz.
No te quiero porque quererte es sonreír sin motivos ni razón; como una pobre idiota que es feliz más allá del mundo y su contexto
Decidí ya no quererte, si el mundo entero te promociona; siempre vos, siempre dolorosamente alejado de todo mal mortal
Ahora que ya no te quiero, te amo como nunca (y bien sabemos ambos que jamás te amé)
Ahora que ya no te quiero, mis labios se disparan resecos a tu memoria, a tus puntos débiles, a tu carne aún tibia de mí.
Ahora que ya no te quiero, te apareces sigiloso en mis sueños, ya sea con un beso o con un puñal.
Y no te quiero, ni te quiero volver a querer, porque me agota tu cuerpo apolíneo, me asquea tu mirada palpitante y me irrita tu verbo preciso y veraz.
No te quiero porque quererte es sonreír sin motivos ni razón; como una pobre idiota que es feliz más allá del mundo y su contexto
Decidí ya no quererte, si el mundo entero te promociona; siempre vos, siempre dolorosamente alejado de todo mal mortal
Ahora que ya no te quiero, te amo como nunca (y bien sabemos ambos que jamás te amé)
sábado, 27 de agosto de 2011
Objeto
Caminaste en el fuego de mis pestañas, que ardían en tu dirección; caminaste descalzo y desnudo, expuesto y viril.
Hoy tu cortedad te ahoga en el olvido y no se me antoja salvarte; y si he de confesarte algo, he de decirte que hasta me excita ver cómo te morís.
Hoy tu cortedad te ahoga en el olvido y no se me antoja salvarte; y si he de confesarte algo, he de decirte que hasta me excita ver cómo te morís.
No quiero
Ya no quiero empezar de cero
ni morir de ganas a la orilla de tu boca
no quiero buscarte ni que me busques
a partir de hoy ya no quiero
Y no quiero ir a tu casa ni a tu oficina
sentarme en tu mesa y sonreírte
no me apetece acariciarte el alma
ni hoy ni mañana, ya no quiero
Mucho menos quiero hacerte el amor
gozarte, tenerte y dejarte ir
o abrirte la puerta de mi más cálido deseo
por tu culpa, ya no quiero
Y si por casualidad quisieras que yo quiera
volvé desnudo, lánguido y sincero
volvé envuelto de sed y sin armas
pero amarte tanto, ya no quiero
ni morir de ganas a la orilla de tu boca
no quiero buscarte ni que me busques
a partir de hoy ya no quiero
Y no quiero ir a tu casa ni a tu oficina
sentarme en tu mesa y sonreírte
no me apetece acariciarte el alma
ni hoy ni mañana, ya no quiero
Mucho menos quiero hacerte el amor
gozarte, tenerte y dejarte ir
o abrirte la puerta de mi más cálido deseo
por tu culpa, ya no quiero
Y si por casualidad quisieras que yo quiera
volvé desnudo, lánguido y sincero
volvé envuelto de sed y sin armas
pero amarte tanto, ya no quiero
Despojado
Debe dolerte pasarme de largo, como a esas sombras con las que no jugamos. En la más absoluta infortuna, me sé privilegiada de jamás haber podido pronunciar tu nombre; vos, que hoy te arrugas y descascaras como ayer fuiste robusto y todopoderoso.
Debe dolerte cada día intentar imaginar mi cama; mi voz y mis gemidos. Debe pegarte el alma disfrazarte de coraje para inventar cada día una excusa nueva que amamante esa rutina obsesiva de la que no podés salir.
Los momentos de ayer, reales o imaginarios, son sólo míos. Pero lo que pudo haber sido, mi amigo, lo que pudo haber sido yace con vos en tu tumba, y en la innegable intriga que desde ahora de mí te despoja, para siempre; apartándote de mi almohada, de mi sexo y de mi boca.
Debe dolerte y lo sé, ha de ser desoladora tanta cobardía.
Debe dolerte cada día intentar imaginar mi cama; mi voz y mis gemidos. Debe pegarte el alma disfrazarte de coraje para inventar cada día una excusa nueva que amamante esa rutina obsesiva de la que no podés salir.
Los momentos de ayer, reales o imaginarios, son sólo míos. Pero lo que pudo haber sido, mi amigo, lo que pudo haber sido yace con vos en tu tumba, y en la innegable intriga que desde ahora de mí te despoja, para siempre; apartándote de mi almohada, de mi sexo y de mi boca.
Debe dolerte y lo sé, ha de ser desoladora tanta cobardía.
domingo, 21 de agosto de 2011
Torpes
Caía a mi cama con el peso de una roca. Me molestaba su respiración; su existencia. Él jugaba a creer mis mentiras y yo (sin dudas, la más ingenua de los dos) seguía mintiendo a pesar de mí misma. No lo quería y sin embargo, no lo dejaba de querer. Vacío, promesas, simulacro. En algún momento, todo sería más de lo que en efecto era y eso nos consolaba a los dos.
Quise que funcionara. Y en ese baile de malabares e intentos se tejieron costumbres y amigos en común. Quise que funcionara y quise separarme sin pasar por la separación. De noche lloraba y de descubrirme, le regalaba una carcajada. La nada misma tenía más sentido que nosotros; perversos y en carne viva, que hablábamos de cine y de París.
En un cigarro, en una mueca y en una excusa yacía un adiós prematuro y virgen que él vio venir. Me preguntó por vos ¡le era tan importante saber si eran ciertos los rumores de vos, las intuiciones de vos! Te negué tantas veces - desubicada, falsa y frágil.
Insistí en volver sola, sin paraguas. No supe a dónde ir, no tuve en claro el camino. Cuando abrí tu puerta, ahí estabas: eterno, delicioso y bastardeado por una vida inmunda que te trajo a mi vera. Te hacías el dormido y fue esa noche misma cuando empecé a jugar que te creía.
Quise que funcionara. Y en ese baile de malabares e intentos se tejieron costumbres y amigos en común. Quise que funcionara y quise separarme sin pasar por la separación. De noche lloraba y de descubrirme, le regalaba una carcajada. La nada misma tenía más sentido que nosotros; perversos y en carne viva, que hablábamos de cine y de París.
En un cigarro, en una mueca y en una excusa yacía un adiós prematuro y virgen que él vio venir. Me preguntó por vos ¡le era tan importante saber si eran ciertos los rumores de vos, las intuiciones de vos! Te negué tantas veces - desubicada, falsa y frágil.
Insistí en volver sola, sin paraguas. No supe a dónde ir, no tuve en claro el camino. Cuando abrí tu puerta, ahí estabas: eterno, delicioso y bastardeado por una vida inmunda que te trajo a mi vera. Te hacías el dormido y fue esa noche misma cuando empecé a jugar que te creía.
domingo, 14 de agosto de 2011
Cepillo Dental
Cruzó mi cabeza: pensar que vos no sabés que usé tu cepillo dental a propósito, porque me re gustás y creo que es lo más cerca que estaré de tu boca. ¡¡Ni siquiera tenés idea que tuve acceso a tu cepillo dental, y pensándolo bien, ésto suena un tanto psicótico!!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)