martes, 23 de julio de 2013

De un cigarro.

París me recibió sucia y maloliente. El Café de la Paix fue mi guarida hasta pasado el mediodía - hay, a mi entender, más belleza en el Place de l'Opéra que en muchos de los caprichos arquitectónicos frente al Sena.
Lenta, aturdida y dócil, llegué a la Tour Eiffel sobre las tres. Almorcé bajo ese espantapájaros de hierro asqueada; no fue fácil encontrar un lugar sin la mugre del que llegó y partió antes, algún sitio sin bolsas plásticas ni colillas de cigarros. 'Son sólo puchos', pensé.
Quise creer que estaba sentada justo donde Guy de 
Maupassant; y que estaría rezongando entre dientes tal como alguna vez lo hizo él. Quise ser Guy desde lo más profundo de mis entrañas.

Hay en mi útero más amor que en todo París, pero él me resulta emocionalmente caro, casi impagable. Otro nombre, otro cuerpo, otras manos, otros ojos ¿pero era él otra persona? ¿Es un 'él' o se sigue tratando del 'otro él'? ¡Quise morirme! ¡En París, pensando en él! ¡O en el otro él! Qui est-il? Qui est-il? Qui est-il?

Quizás él es el resto del otro él, quizás es el otro él perpetuo, lo que queda del otro él.

'Es como un pucho' pensé. 






@PrisUY

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